Últimamente Iván se encierra en su pieza (en general dando un portazo); ya no tiene ganas de compartir la cena ni de contar vivazmente lo que le pasa. A veces se lo ve triste, otras muy enojado, y algunas también hasta asustado.
Una noche de primavera, antes de que se levantara con el último bocado todavía entre sus dientes, me animé y le pregunté:
-Qué te pasa, Iván? Un día saliste de tu pieza y ya no te reconocí...
Sin dudar, levantó la vista del plato y mirándome casi con dolor me contestó:
- Eso se llama "crecer", mamá.
Y masticando el último bocado se levantó de la mesa y se encerró en su cuarto.
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